Blanco o tinto, el contraste del mundo de los vinos
El vino es, entre muchas otras cosas, el arte del tiempo y del equilibro, una bebida en donde subyacen dinámicas distintivas y poderosas; desde seleccionar la uva adecuada, cosechar de forma acuciosa y preservar el vino de manera correcta, hasta llevarlo a la mesa y apreciarlo con especial atención en todas sus cualidades.
Una de las discusiones más recurrentes gira en torno a una duda tan longeva como vigente, aunque en el fondo es más pertinente de los que se piensa: ¿tinto o blanco?
Si bien el clamor popular apunta al tinto como el favorito de los enólogos y adeptos al ecosistema vinícola, lo cierto es que a la hora de maridarlo con carnes blancas, cierto tipo de semillas o consumirlo en ambientes soleados, el blanco es rey.
Conocer las cualidades del vino, semejanzas, diferencias y ligeros matices que lo hacen a cada uno una bebida tan genuina y distintiva a nuestros sentidos (vista, olfato y gusto), es también adentrarse a un mundo maravilloso que nos encaminará mejor a disfrutarlo de forma plena y especial, potenciando sus posibilidades en el momento correcto y preciso. Toma nota.
Similitudes
- Ambos se elaboran a partir de la uva.
- Los dos pasan por un proceso de fermentación y añejamiento.
- Tanto el blanco como el tinto se procuran cualidades gustativas, olfativas y visuales.
Diferencias
- Color: El vino tinto se procesa con una uva (generalmente morada) en la que se incluye también su piel, que es de donde provienen sus pigmentos, mientras que en el proceso del blanco (generalmente verdes) se usa sólo su jugo (o mosto), desprendiendo su piel.
- Temperatura: El vino blanco se macera a una temperatura que ronda los 17-19 grados centígrados, mientras que el tinto va de los 24 a 26 grados centígrados.
- Aroma y sabor: Usualmente, la calidad aromática de los vinos blancos nos van a remitir a frutos, flores y una agradable sensación de mayor acidez en boca. En tanto, los tintos pueden tener un rango de amplitud y matices mucho mayores, yendo de la acidez, astringencia y dulzura hasta tonalidades y colores intensos, oscuros mucho más diversos.
- Densidad: Mientras los vinos blancos suelen ser más ligeros, con apariencia mucho más acuosa, aunque esporádicamente encontraremos también apariencias “aceitosas” mucho más densas, los tintos pueden variar muchísimo más, presentando incluso densidades espesas, gruesas, pesadas, aunque también más delgadas, líquidas y esbeltas.
- Contenido calórico:
Tomar y saber (beber)
Toma en cuenta que incluso a sus diferencias, cada vertiente blanca o tinta es un universo en sí mismo. En el mundo de los tintos tenemos distintas variedades, de acuerdo a las uvas y sus tiempos, tales como Tempranillo, Merlot, Malbec, Cabernet Sauvignon, Syrah, Carmenere, Nebbiolo y Grenache. Además, de acuerdo con su cuerpo, potencia y nivel alcohólico pueden evolucionar por varios años dentro de la botella.
Toma en cuenta que no todas las uvas son aptas para conservarse y añejarse (por aquello de que entre más añejo, mejor), por lo que la mayoría de los vinos convencionales deberían consumirse en un periodo máximo de 2 o 3 años a partir de la fecha de embotellado.
Por su parte, los vinos blancos tienen una variedad de uvas verdes mucho más escasas, aptas para la vinificación, en donde destacan la Sauvignon Blanc, Chenin Blanc, Verdejo, Semillón, Loureira y Alvariño.
Blanco o tinto, joven o añejo, el vino es una bebida que se reinventa y engalana nuestras mesas, que deleita nuestros sentidos y detona toda una historia en ellos. Encontrar nuestro favorito siempre será una de las mejores maneras de conocer el mundo y conocer nuestros gustos más variados.