Con el avance de la pandemia y la continuación de las medidas de distancia, el desafío en torno a las actividades que nuestros hijos solían llevar a cabo en el entorno escolar o extracurricular se ha vuelto mayor. Una de las tendencias y error de percepción gira en torno al tiempo que los más pequeños pasan en casa; con frecuencia tendemos a pensar que como estamos fuera de la escuela, el tiempo libre, los recreos, paseos o excursiones que solían hacer hoy ya no son necesarios.
“¿Para qué, si llevas en casa tanto tiempo?” Nos hemos dicho hasta hace poco, que comenzó el primer inicio de ciclo escolar a distancia, sumando un reto mayor, el cual ha implicado trabajar en casa procurando la concentración de nuestros hijos frente a la computadora, mientras aprenden sus clases. Pero, ¿qué hay del tiempo libre y el recreo?
Históricamente, hemos desestimado el recreo y las pausas, pensando que es tiempo perdido, mal invertido o “sólo un descanso de la actividad”. Pero procurar estos espacios de relativo ocio tiempo traen cuantiosos beneficios tanto para todos en casa.
Y es que la pandemia y el confinamiento han venido a desdibujar las fronteras de nuestros espacios más íntimos y vitales frente a los que están destinados para el trabajo, expandiendo jornadas laborales, momentos de aparente y urgente productividad. ¿El resultado? Cuerpos más agotados, estrés entre los integrantes de la familia y una constante sensación de que el tiempo sigue sin ser aprovechado.
De acuerdo con la psicología, es imposible ser productivo constantemente. Tener tiempo libre para nosotros y para los más pequeños es esencial para lograr una armonía y bienestar, tanto a nivel mental como físico. Clara Inocencio, investigadora en psicología social de la Universidad de Kent, en Inglaterra, afirma que el recreo y las pausas del estudio y el trabajo son completamente una necesidad que nos ayuda a despejarnos mentalmente del agobio y rigidez que pudiera despertar nuestra rutina obligatoria, en este caso la escuela, los cursos y el trabajo.
Tener una hora del lunch, incluso dentro de nuestro hogar y las amenidades que nos brinda nuestro desarrollo inmobiliario, contribuye a mantener un buen ánimo, seguir con una atención en nuestras tareas y a estimular una creatividad constante. Las mejores ideas, precisa Inocencio, vienen cuando no las buscamos, jugando o poniendo en juego nuestras habilidades de forma mucho más libres.
En este sentido, y si bien es complicado “salir al recreo” dentro de los espacios comunes donde habitamos, procurar esos minutos de dispersión a media jornada, contribuyen a que los pequeños continúen en forma, sin presiones y sí con mucha mejor armonía el espacio y las circunstancias a las que nos ha empujado el padecimiento global del COVID-19.
Esto también se resuelve con creatividad, voluntad y las bondades que integran las amenidades de nuestro complejo habitacional, que nos permite “estar afuera” y disfrutar de los rayos del sol, el aire y el movimiento físico sin la necesidad de ponernos en riesgo en espacios abiertos que han aglomerado cantidades mayores de personas.
Salir de excursión y detonar mundos imaginarios en nuestros hijos y sus amigos no sólo es recomendable y divertido, también nos ayuda a nosotros mismos a tender una mejor comunicación con ellos, generando una relación de confianza, afecto y diversión, que hace más sólidos los vínculos de cooperación y que fortalece en ellos el sentido de resiliencia.
Colores, sonrisas y descansos los ayudarán a recargar energía para seguir con las jornadas de ambos y llegar a un equilibrio y productividad requerida, sin la necesidad de salir de casa. Sencillamente hay que ver donde están las áreas comunes y dejar que la energía tenga su cauce: ahí donde hay arbustos y juegos puede haber un enigma fascinante a resolver, donde vemos áreas verdes hay un lugar para estirarnos y sonreír y hablar de cosas que deseamos, nos hacen felices y nos mueven a ser mejores. Todo buen comienzo y futuro tiene su raíz en la casa.