Versa el dicho popular, y un poco pasado de moda, “el casado, casa quiere”. Y si bien aún la formalización de nuestro vínculo con una pareja sigue reflejándose en cuestiones materiales como adquirir una propiedad, hoy no se requiere estar casado o hacerlo por obligación en condiciones apremiantes como en el pasado.
Y si bien ha llegado el momento de plantearse si unir créditos es lo más conveniente para adquirir casa, las dudas son normales y frecuentes y no tendría que ser un motivo de discordia entre una pareja que lo que busca es la tranquilidad, plenitud y construcción de un patrimonio sólido.
Habría que hablar mejor en términos de vivir y crecer juntos así: la unión hace la fuerza, dos créditos juntos son mejor que uno y en equipo todo es más sencillo. Aunque como en todo contrato inmobiliario, la diversidad de compromisos y cláusulas hará la diferencia entre una buena o mala experiencia, por lo que los principios que deben regir esta decisión, una vez tomada, es la confianza, la transparencia y responsabilidad mutua.
En un llamado crédito mancomunado, son tomados en cuenta tanto tus ingresos como los de tu pareja, para así determinar el monto al que son acreedores, adquiriendo a su vez derechos y obligaciones por igual. Esto, como ya lo mencionamos, hace más sencillo y rápido adquirir una vivienda, pero también finca responsabilidades financieras de forma mutua.
Y si bien las responsabilidades en esencia son las mismas, cabría aclarar algunas cosas, tales como el hecho de que no es obligatorio aportar a cantidades proporcionales. De aprobarse el crédito, deberá estipularse en este quién es la persona que aporta mayor ingreso (acreditado) y quién menos (coacreditado), aunque las responsabilidades y los beneficios sean los mismos.
Asimismo, ambos aportantes deberán cumplir con los mismos requisitos que se solicitan cuando se adquiere una propiedad o departamento, principalmente que tengan un historial crediticio saludable. Y si bien no es una obligación legal, un consejo ante este tipos de escenarios engloba tres evaluaciones previas: solidez en la relación, solidez laboral de ambos y capacidad de pago (no adquirir una propiedad considerablemente de mayor precio al que uno u otro podría pagar, así como no tener otras fuentes de deuda).
Dicho esto, sumar esfuerzos crediticios con tu pareja brinda cuantiosos beneficios directa e indirectamente, tales como acceso a un mejor crédito y/o a una propiedad mucho más atractiva para ambos, mayor facilidad de pago y aumento en la capacidad de pago, así como un mayor enganche y menor presión sobre las obligaciones. En equipo es mejor.
Artículo que habla sobre los primeros pasos al vivir juntos. Crecimiento de pareja, compromiso y seguridad/ trabajo en equipo. Hablar de programas, primeros pasos a tomar y cómo encaminarse a lograr vivir en pareja.
Por otra parte, y como en todo contrato legal, habrá de poner atención a los casos adversos. En caso de que se dé una separación y el crédito no haya sido cubierto en su totalidad, la pareja deberá llegar a un acuerdo sobre cómo se llevará a cabo la liquidación de la propiedad: esto puede radicar en que ambas personas cumplan con los pagos correspondientes hasta liquidar y entonces así determinar a posteriori cómo separar el bien adquirido, o bien establecer a un dueño único y hacer la sustitución de deudor, con lo que una sola persona quedaría acreditada y sería el dueño final del inmueble, con la obligación de toda la deuda.
Asimismo, si uno de los dos aportantes fallece, el seguro (obligatorio) es el responsable de liquidar la deuda de dicha parte, toda vez que estos escenarios se encuentren establecidos y contemplados en el esquema de cobertura de la póliza de cobertura mancomunada y no exista atraso alguno en los pagos.
No obstante, unir cuentas y créditos para tener el departamento ideal, ya sea como inversión o como el patrimonio que habitaremos en nuestra vida, sumar esfuerzos siempre será un ejercicio viable, recomendable y que fortalece aquello que buscamos siempre: nuestra realización.